
¿POR QUÉ NO
COMER MIEL?
Si hablamos de los modos particulares que tienen las especies para comunicarse, tenemos que hablar de las abejas. A través de movimientos corporales o bailes, comparten con sus compañeras información crucial sobre la ubicación de las flores, fuentes de agua o lugares interesantes para instalar nuevas colmenas.
Las obreras, principales responsables de la colmena, buscan néctar que luego convertirán en miel depositándolo en las celdas del panal y sellándolo con cera para el consumo futuro de la colonia. Son extremadamente organizadas.

Estos insectos son esenciales para la mantención de los ecosistemas. Existen 20.000 especies, que son las responsables de polinizar el 85 % de los cultivos y frutas a nivel global.
Este proceso de polinización es crucial para garantizar la biodiversidad y la producción de alimentos para todos los habitantes de la tierra, tanto humanos como no humanos.
La industria de la miel utiliza grandes cantidades de abejas y esto atenta contra la existencia de abejas, abejorros y otros polinizadores silvestres, claves para el medioambiente, que a menudo se ven perjudicados en la competencia que significan las abejas domesticadas.

Fotografía: Havva Zorlu / We Animals Media.
Por otro lado, el hecho de forzar a las abejas a producir constantemente un excedente de miel para satisfacer las demandas del mercado las obliga a trabajar mucho más de lo que lo harían sin la intervención humana y a estar expuestas a la constante manipulación de sus colmenas.
Para producir 1 kg de miel se necesita del trabajo incansable de 2.500 abejas.

A pesar de su vital importancia, investigaciones recientes muestran una disminución alarmante en las poblaciones de abejas. El 40 % de los polinizadores invertebrados, especialmente abejas y mariposas, están al borde de la extinción.
Las causas fundamentales de este declive incluyen prácticas agrícolas intensivas (como el monocultivo y el uso de pesticidas), el cambio climático, la introducción de especies invasoras y la presencia de enfermedades.